El porvenir no es lo que viene, sino lo que empujamos a venir con cada acto invisible.

 
Enfermar no siempre es caer: a veces es la forma en que el cuerpo dice basta a lo que la mente no se atrevía.

 
El dolor no siempre grita: a veces se sienta en silencio, como una sombra que no quiere marcharse.

 
El desafío no es un muro que se impone, sino una puerta que sólo aparece cuando uno decide empujar el vacío.

 

La tristeza no siempre llora: a veces se sienta en silencio y mira cómo todo se apaga lentamente.

 

El deseo no busca saciarse, sino perpetuarse en la promesa de lo inalcanzable.

 
La confusión no es niebla: es un espejo roto que aún intenta devolvernos una imagen entera.

 

La humillación no doblega el cuerpo: desmantela la dignidad que lo sostenía.

 

Obligar no es guiar, es torcer el camino ajeno hasta que deje de parecer suyo.